“Los Vascos”: un pequeño pueblo que canta y baila al pie de los Pirineos “ Voltaire.
El Vasco no es un Mediterráneo: habla poco (¡sólo tiene una palabra!), sin embargo canta mucho y en una lengua que no se sabe de dónde viene ya que se empezó a escribir muy tarde (en el siglo XIV) y cuyas sonoridades se funden perfectamente con la melodía.
Todos los vascos saben cantar y ello sin ni siquiera haber tenido clases de canto: cuestión de oído. De la misma manera que un africano adquiere el sentido del ritmo desde su nacimiento, transportado permanentemente sobre la espalda de su madre, el joven vasco crece sumergido en el canto: primeramente en casa, acunado por las nanas que canta su madre; en la iglesia, auténtico conservatorio en donde aprenderá “de oído” el valor de una tercera; en el frontón en donde el “clac” de la pelota se interrumpe en el punto cantado o por el angelus; por supuesto en la fiesta, en las pastorales, teatro heredero de los misterios de la Edad Media, cantadas durante tres horas por pastores y agricultores y finalmente en los desafíos de los bertsolaris (improvisadores de versos).
No hay municipio que no tenga su coro. Una pasión tremendamente cultural e incluso algunas veces reivindicativa hasta tal punto que durante el franquismo, en los bares había un cartel que decía: “¡Se prohibe cantar!”